La música como herramienta de afirmación personal y política

La música no es solo un arte. Es una fuerza de transformación, un medio para acceder a uno mismo, reinventarse y afirmarse. Acompaña desde siempre al ser humano en su búsqueda de libertad interior; da forma a sus emociones más íntimas y a sus identidades en construcción. Hoy más que nunca, la música aparece como una herramienta de toma de conciencia propia; un espacio donde cada persona puede crear su propia narración, afirmar su singularidad y reivindicar su historia.
Esta dinámica es el punto de partida de varias obras de cine contemporáneas, como ¿Quién si no? de Nicole Medvecka y 100 Seasons de Giovanni Bucchieri. Ambas obras exploran la emancipación a través del sonido, la voz, el ritmo y, sobre todo, a través de la escucha de uno mismo.

La música, ese espejo interior que revela nuestra esencia

Uno de los poderes más fascinantes de la música es su capacidad para reconectarnos con nosotros mismos. Actúa como un espejo emocional, revelando lo que no logramos decir y estructurando lo que no conseguimos comprender. Esta dimensión introspectiva está plenamente presente en ¿Quién si no?, que cuestiona la capacidad de cada persona para levantarse, definirse y ocupar su lugar en el mundo.

Puedes ver ¿Quién si no? y votar por ella aquí.

Al otorgar un lugar central al ritmo y a la voz, Medvecka convierte la música en una herramienta de autoafirmación. La pregunta «¿Quién si no?» resuena como una llamada a voz en grito a la responsabilidad individual y colectiva: ¿quién, si no nosotros, podría escribir nuestra propia historia?

El gesto musical: una vía de acceso a uno mismo

La emancipación también pasa por el cuerpo, por la manera en que reacciona al ritmo y se despliega en el espacio. En 100 Seasons, Giovanni Bucchieri explora cincuenta años de vida a través de diferentes «estaciones» musicales, concebidas como una especie de diario sonoro íntimo. Esta obra incandescente ilustra hasta qué punto el gesto musical puede permitirnos reconectar con nuestras capas más profundas y convertirse en una puerta hacia la aceptación y la comprensión de sí mismo.

100 Seasons está disponible de forma gratuita aquí.

La música se convierte así en un rito de paso, en una manera de abrazar la propia diferencia e incluso celebrarla, actuando como un espacio terapéutico y liberador.

La música como afirmación política

Más allá de la dimensión puramente individual, la música también puede adquirir una dimensión profundamente política. Crea comunidades, unifica voces dispersas y ofrece un lugar de existencia a identidades oprimidas o invisibilizadas. Para muchas poblaciones marginadas, la música es un refugio, pero también una armadura. Una manera de decir que «estamos aquí, y existimos».
100 Seasons ilustra este poder de afirmación, especialmente por cómo celebra la unicidad de cada persona. Aceptar la propia diferencia se convierte en un acto político, en una manera de resistir a las normas opresivas que buscan uniformar los cuerpos y las identidades.

La música: una fuerza de futuro

Ya sea a través de la introspección de una generación, como propone Medvecka, o del recorrido autobiográfico de Bucchieri, estas obras muestran que la música no es solo entretenimiento; es también, en más de un sentido, una herramienta de emancipación y un motor de transformación social. Acompaña las rupturas, libera las tensiones interiores y ofrece un espacio donde las identidades pueden aflorar.
La pregunta es la siguiente: ¿Quién va a usar la música para liberarse y transformar el mundo, si no lo hacemos nosotros?

El catálogo completo de ArteKino está disponible de forma gratuita aquí.