Viajes, paisajes interiores y nuevos horizontes: cuando el cine se convierte en un respiro

En un mundo saturado de imágenes rápidas y relatos estandarizados, algunas películas todavía logran abrir espacios para respirar. Invitan tanto al viaje físico—hacia otras tierras, otras rutas, otros horizontes—como al viaje interior, más silencioso pero igualmente profundo. Longe da estrada, Fréwaka, Light As Feathers y Remember To Blink pertenecen a esa rara categoría de películas que convierten el paisaje—tanto geográfico como mental—en un verdadero motor narrativo y emocional. Juntas, dibujan un mapa sensible de los caminos a recorrer para encontrarse mejor a uno mismo.

Longe da estrada

explora la idea de alejarse de los ejes principales, tanto en términos espaciales como simbólicos. Al abandonar las carreteras que guían y reconfortan, la película abre la posibilidad de un espacio donde la duda, la contemplación y la transformación pueden desplegarse plenamente. Cada desvío se convierte en un pretexto para revisar los propios puntos de referencia y ralentizar el ritmo. El viaje exterior sirve entonces como espejo del viaje interior: se avanza en el escenario como se avanza en uno mismo, en una progresión llena de imprevistos capaces de enriquecer o ampliar la experiencia que se vive.

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Con Fréwaka,

la exploración cambia de escala. El título, deliberadamente abierto, evoca un territorio amplio, quizá imaginario, donde la geografía se mezcla con la estética. Esta película ofrece un viaje más vasto y sensorial, casi iniciático. Aquí, el paisaje no solo se contempla; se atraviesa como un lenguaje. Cada plano revela una textura nueva y respira de manera distinta, invitando al espectador a ampliar su percepción. El cine se convierte en un terreno de aventura e invitación a salir de las fronteras conocidas.

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Light as Feathers,

por su parte, se centra en la noción de ligereza. Allí se encuentra la poesía del vuelo, la sensación de flotar entre la tierra y el cielo. La película captura ese instante frágil en el que el mundo parece suspendido, donde el cuerpo se libera de su peso para fundirse con el aire, la luz y el movimiento. Aquí, el paisaje exterior se transforma en paisaje emocional: es la suavidad del instante, la delicadeza del aliento, lo que guía la mirada. El viaje se vuelve vertical, orientado hacia lo que eleva y tranquiliza.

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Finalmente, Remember to Blink

recuerda una verdad esencial: no debemos olvidar mirar. En un mundo donde a menudo atravesamos los lugares sin realmente verlos, esta película ofrece una pausa bienvenida. Un recordatorio simple, casi íntimo, para prestar toda nuestra atención al paisaje que nos rodea, sea visual, sonoro o interior. El viaje sensorial que sugiere se basa en la calidad de la mirada y en la capacidad de captar el instante antes de que desaparezca.

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El punto en común entre estas obras reside en su manera de hacer respirar al cine. Abren ventanas hacia el “otro lugar”—ya sea lejano, imaginario o íntimo—e invitan a un desapego saludable. Estas películas demuestran que un viaje no es solo un desplazamiento: también es una forma de habitar el mundo, explorar sus paisajes visibles e invisibles y reconectarse con uno mismo. Son obras que recuerdan cuán esencial sigue siendo la evasión, interior o exterior, para reaprender a ver, sentir y soñar.

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